Opiniones

La gran mentira del esquí en la Cordillera Cantábrica. 

 


            El calentamiento climático no es algo abstracto. La actividad humana es responsable del aumento de temperatura de la superficie terrestre. La intensificación del efecto invernadero, motivada por el aumento de concentración en la atmósfera de dióxido de carbono, hidrocarburos, óxidos de nitrógeno, ozono troposférico, clorofluorocarburos, etc, así como la intensa deforestación de nuestros continentes, están alterando el balance energético del sistema Tierra-Atmósfera

 


            De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, en el siglo XX la temperatura media de la Tierra aumentó en más de 0,6o C y fue mayor a partir de los años setenta. Las conclusiones del tercer informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, un organismo de la ONU (www.ipcc.ch), refutan esta realidad.

 


            Los indicadores son nítidos: la cubierta de hielo en el Ártico ha reducido su grosor en un 40% y sigue perdiendo volumen a razón de un 10% por década; el nivel medio del océano ha subido 20 centímetros; los cinco años más calientes conocidos desde que se dispone de observaciones mundiales han ocurrido desde 1991; etc.

 


            Los cambios experimentados por los glaciares no polares y las zonas nevadas, reflejan con claridad el calentamiento que está sufriendo nuestro planeta. Desde 1986 existe el Servicio Mundial de Vigilancia de los Glaciares (WGMS) que utiliza una amplia red de glaciares en sus observaciones. Los resultados para una media de 30 glaciares muestran una pérdida de masa del 50%, entre 1850 y 1980 y una reducción de su superficie de un 35 a un40%.

 


            En España, las pequeñas masas glaciares pirenaicas, siguen una tendencia todavía más acusada: en los últimos cien años han perdido un 85% de su extensión. Esa merma ha sido más rápida a partir de 1980: en poco más de veinte años, la masa de hielo perpetuo pirenaico se ha reducido en más del 50%.

 


            En cualquier caso, y sin necesidad de un protocolo científico de toma de datos, cualquier habitante de la Cordillera Cantábrica de mediana edad, asentirá ante la afirmación: “cada año nieva menos”. Eso sí, puede caer una nevada histórica y además hacerlo fuera de las fechas en que parecería lógico, pero el balance global de las precipitaciones sigue una inequívoca tendencia descendente.

 


            Pues pese a estas evidencias climáticas y a la insoslayable dimensión orográfica de la Cordillera Cantábrica (2.648 m, como techo), asistimos al pertinaz empeño de gobiernos autónomos, de diputaciones provinciales, de partidos políticos y de grupos empresariales, de convertir a la Cordillera Cantábrica en una pista de esquí alpino.

 


            Sin duda el caso más patético es el de la Diputación de León, que por mano de su Presidente y con un empecinamiento digno de mejores causas, dilapida y compromete cantidades ingentes de dinero público en proyectos tan inviables como ambientalmente lesivos, como el de Leitariegos o el del Morredero. Tampoco le tiembla el pulso a la hora de subastar suelo público, en la estación de San Isidro, para ponerlo en manos de una promotora privada, Esquí Golf Resort, para que ésta “urbanice” nuestra montaña con 7 hoteles y 300 viviendas.

 


            Y como no podía ser de otra manera, la entidad provincial, con el arrojo que la caracteriza en materia de nieve, se hace valedora del macroproyecto de San Glorio, impulsado por el grupo empresarial “Tres Provincias”. Al carro de este proyecto se sube también el gobierno cántabro, además, por supuesto, de todos los ayuntamientos afectados por el mismo.

 


            Por su parte el Gobierno de Asturias, para no quedarse al margen de esta corriente blanca, impulsa, proyecta y aprueba, pese al aluvión de alegaciones en contra, la estación de Fuentes de Invierno, que con un presupuesto de 10,8 millones de euros, pretende erigirse, junto con el lindante San Isidro, en la gran meca del esquí alpino en la cordillera.

 


            Pero tras todos estos empeños, cuasi quijotescos (eso sí con dineros o financiaciones públicas), se esconde una gran y soez mentira: el esquí es una excusa y la nieve tan sólo un atractivo para un fin superior que es el de “urbanizar” la Cordillera Cantábrica. El imperio de la construcción inmobiliaria ha fijado su atención en la “desaprovechada” montaña cantábrica. ¿Por qué no trasladar el modelo de turismo de masas y de grandes infraestructuras de ocio, a estos lares que poseen un atractivo paisajístico de primer orden? ¿Por qué no aquí, si tan buenos dividendos nos ha rendido en la costa levantina o en los Pirineos?

 


            Al mirar un poco el trasfondo de la fiebre esquiadora de la Cordillera Cantábrica, se descubre, que los verdaderos intereses están en las manos de las constructoras, que son, una vez más, quienes van a llevarse verdaderamente el gato al agua, en este caso al agua helada. “San Isidro genera un «tirón» urbanístico de 2.500 viviendas y 10 hoteles en León y Aller”, o “La elevada demanda de viviendas ha disparado el precio del suelo, y un estudio de 30 metros, sin garaje, supera ya los 42.000 euros.”, son frases publicadas en 2.004 en la prensa asturiana a raíz de los proyectos de Fuentes de Invierno y de ampliación de San Isidro.

 


            Desde la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica queremos señalar que el valor y la enorme singularidad de nuestra montaña no está en su nieve, sino en otros valores menos apetecidos por la maquinaria del “desarrollo”. Estos son su paisaje, su flora y su fauna, es decir su biodiversidad. Pero la forma de mantener y aprovechar esta riqueza, dista mucho de los modelos desarrollistas más al uso.

 


            Por otra parte, y a pesar de que la historia de la Humanidad no se puede calificar como la historia del respeto a la Naturaleza, sino todo lo contrario, en la Cordillera Cantábrica se han desarrollado pueblos y culturas capaces de convivir en este espacio. Gentes adaptadas a la dureza de sus inviernos y a lo abrupto de sus laderas. Si de verdad se quiere apoyar a estas comarcas, los esfuerzos deben dirigirse a sus gentes y a fomentar los usos que sean respetuosos con los valores naturales del entorno, es decir aquellos que conserven el patrimonio más valioso de todos, la biodiversidad.

 


            También pedimos a la ciudadanía en general, que se muestre activa frente a los problemas ambientales. La participación ciudadana ha sido clave en los últimos compases de nuestra reciente historia, y por ello creemos necesario que se debe recuperar este valor aletargado. Existen numerosos foros, asociaciones y plataformas cuyo objetivo es defender el patrimonio natural que hemos heredado, y que tenemos obligación de transmitir a nuestros descendientes, frente a proyectos de “desarrollo” basados en la huída hacia adelante. 
            Desde la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica también pedimos a los  políticos y las diferentes administraciones que desarrollen y apoyen políticas que hagan posible la vida en los pueblos de la montaña cantábrica, basada en la utilización racional y verdaderamente sostenible de los recursos y valores naturales que esta atesora en cantidad y calidad excelsas.

 


 

 

 

PLATAFORMA PARA LA DEFENSA DE LA CORDILLERA CANTÁBRICA
Apdo de correos 548  33080 Oviedo (ASTURIAS)

 

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. POLITICA DE COOKIES